NOTICIA


El Lobo de Hollywood;

 

El Lobo de Hollywood

19/01/2014

Lo único que podía diferenciar a un fumador de crack de Brooklyn de uno de Wall Street era el precio de la ropa que llevaba, y por supuesto, su reloj. Es el claro reflejo de lo que el genial Martin Scorsese nos hace sentir en su última película EL LOBO DE WALL STREET, donde si no has sentido nunca la curiosidad de saber que hace realmente un bróker de la bolsa, deseas locamente haber pertenecido a la élite de estos desfasados y casposos personajes.

 

Desde luego, el retrato de los que por aquel entonces fueron los tiburones más feroces de la jungla llamada Wall Street queda muy alejado a la imagen de fastuosidad de los campos de golf y los clubs de campo a los que la sociedad americana tiene tendencia a mostrar. Sin lugar a duda, los ricos y poderosos a los que el personaje de Leonardo DiCaprio lleva a lo más alto de esta profesión no tiene nada que ver con los que vimos en el gran film con el nombre del lugar donde se concentraban, WALL STREET, aunque el personaje de Michael Douglas tenga mucho que ver con este Jordan Belfort que tan magistralmente encarna el maravilloso DiCaprio.

El lobo de Wall Street Como no podía ser de otro modo, el director ganador del Oscar por INFILTRADOS nos vuelve a dar una clase magistral sobre cómo deben realizarse los planos de una película con un argumento tan fatuo como el de los corredores de bolsa, que en principio a los pobres diablos del mundo real como yo nos puede parecer tan alejado e incomprensible. Sin embargo, plasmado con todos los vicios terrenales que nos podamos imaginar, aderezado con unos planos que quitan el hipo y una banda sonora que, en ciertos momentos de descontrol, le dan una serenidad igual que si nos hubiésemos tomado una de tantas píldoras consumidas por el protagonista, hacen de esta extensa pero armónica película una firme candidata a la mejor película del año. Nada queda al azar, todo está milimétricamente determinado por el genio. Hasta el ritmo de la película lleva al espectador a fascinarse cuando debe hacerlo y a relajarse cuando el director lo desea, siguiendo de este modo el ritmo del personaje según el momento de su vida.

Habría de destacarse el excepcional trabajo de atrezo y vestuario, dado que sin necesidad de proveer al espectador de las fechas y momentos en los que se llevan a cabo los hechos, es muy fácil distinguir cual es el momento cronológico casi exacto en el que nos encontramos. El desfile de trajes estampados y coloridos nos recuerda cual era la moda y cuan grotesca es la moda vista desde el presente, no cualquier tiempo pasado fue mejor para el estilismo…

Por supuesto, gran parte de culpa de que sea así la tienen sus intérpretes, el ya mencionado 4 veces candidato a la estatuilla dorada, Leonardo DiCaprio, y su inseparable compañero de reparto, el Jonah Hill más acertado de los que hemos podido disfrutar hasta ahora. Ambos, cada uno con su personalidad totalmente opuesta durante toda la película, consiguen un tándem perfecto para una película de personas totalmente imperfectas. Y si hay un papel que, a pesar de ínfimo, es inolvidable durante el resto de película, es el del desde hace poco versátil Matthew McConaughey, al que el espectador no se quitará de la cabeza a pesar de saber muy poquito de él.

Os invitamos a todos a venir a Cines MN4 donde tenéis la oportunidad de ver la película que puede entregarle al gran Leonardo DiCaprio su primer Oscar al mejor actor de 2013.

 

VOLVER